Por Sergio Padilla Moreno

La película Jojo Rabbit fue una de las nominadas al premio Óscar como mejor película del año, entre otras cinco categorías, aunque solo se llevó el premio de mejor guión adaptado.

Esta obra, que califican como satírica y de comedia negra, fue dirigida por el neozelandés Taika Waititi, quien también actúa desempeñando el rol de Adolf Hitler, en una caracterización mordaz de este personaje, que nos recuerda a El gran dictador de Charles Chaplin.

Jojo Rabbit no es una película que tenga pretensiones históricas o que se apegue a los acontecimientos que se vivieron en Alemania bajo el régimen nazi, pero sí es una obra que nos lanza varios guiños para tratar de reflexionar sobre nuestra propia realidad personal y social.

El objetivo de estos comentarios no es hablar de la trama en sí, por respeto a quienes no la han visto, pero sí aportar algunas claves de lectura a partir de los que esta película me provocó, me evocó y convocó a la luz del Evangelio.

En primer lugar me vienen a la mente las palabras de Jesús en Marcos 9, 42: “Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar”, pues uno de los detalles a observar en la película está en los diálogos que establece Jojo, el niño de diez años protagonista de la película, con Hitler, a partir del modo en que él veía, creía y se identificaba él.

Lo que sí sabemos, por la historia universal, es la achacosa propaganda que el régimen nazi hizo para meter al “Führer” en la mente y el corazón del pueblo alemán, especialmente en la penetrable mente de los niños. Más allá de la referencia que se hace en la película a esta especie de idolatría de Jojo a Hitler, lo que la película provoca es reflexionar sobre cuáles son las referencias que cada uno de nosotros hemos asumido o hacemos asumir a otros, sin conciencia y sin crítica, provocando que, desde ellas, se juzgue equivocadamente lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo verdadero y lo falso, etcétera.

Jojo creía en lo que Hitler decía de los judíos, hasta que se relaciona y conecta de corazón con una chica judía quien le llevará, paulatinamente, a romper con su esquema de pensamiento.

Las otras palabras de Jesús que hacen eco en la película es cuando declara que “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15, 13), pues a lo largo de la trama se constata que, en medio de la ideología nazi, hubo actos de amor de varios alemanes que terminan por cuidar y defender la vida de los enemigos del régimen, tal como lo hicieron, en la vida real, personas como Dietrich Bonhoeffer, Oskar Schindler y los hermanos Hans y Sophie Scholl, entre muchos otros.

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Fuente: ArquiMedios

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